martes, 29 de diciembre de 2009

Noticias Ciencia y Religion


Nicolás Copérnico — en polaco Mikołaj Kopernik, en latín Nicolaus Copernicus (Toruń, Prusia, Polonia, 19 de febrero de 1473 – Frombork, Prusia, Polonia, 24 de mayo de 1543) fue el astrónomo que estudió la primera teoría heliocéntrica del Sistema Solar. Su libro, "De revolutionibus orbium coelestium" (de las revoluciones de las esferas celestes), es usualmente concebido como el punto inicial o fundador de la astronomía moderna, además de ser una pieza clave en lo que se llamó la Revolución Científica en la época del Renacimiento. Copérnico pasó cerca de veinticinco años trabajando en el desarrollo de su modelo heliocéntrico del universo. En aquella época resultó difícil que los científicos lo aceptaran, ya que suponía una auténtica revolución.
Entre los grandes eruditos de la Revolución Científica, Copérnico era matemático, astrónomo, jurista, físico, clérigo católico, gobernador, administrador, líder militar, diplomático y economista. Junto con sus extensas responsabilidades, la astronomía figuraba como poco más que una distracción. Por su gran contribución en el campo de la astronomía, en 1935 se decidió en su honor llamarle «Copernicus» a un cráter lunar visible con la ayuda de binoculares, ubicado en el Mare Insularum.1
El modelo heliocéntrico es considerado como una de las teorías más importantes en la historia de la ciencia occidental.

El astrónomo Nicolas Copérnico tendrá un entierro solemne el próximo 22 de mayo, 467 años después de su muerte, según informó este lunes portavoz eclesiástico de la diócesis Ermland en el noreste de Polonia.
El sepelio de los restos mortales del científico mundialmente famoso (1473-1543) será el 22 de mayo de 2010 en la Catedral Frauenburger.
Los huesos craneanos desenterrados hace cuatro años serán sepultados bajo un altar de la catedral. En enero comenzarán las tareas para hacer el sepulcro de dos toneladas de granito negro.

Pruebas de ADN

Los restos mortales habían sido hallados por arqueólogos polacos en Grabungen. Tres años después, un análisis de ADN aportó la certeza de que eran los restos de Copérnico.
Además, expertos policiales reconstruyeron el rostro del astrónomo -en base a los huesos craneanos hallados-, que coincidían con el retrato de Copérnico.
Con su teoría del Sol como centro del mundo en torno al cual gira la Tierra (el sistema heliocéntrico), Copérnico marcó un hito en la ciencia. Su obra central, 'De Revolutionibus Orbium Coelestium' (Sobre las revoluciones de los cuerpos celestes) es considerado una piedra angular de la astronomía.

La ciencia sigue en los tribunales cuatro siglos después de Galileo




Hace 400 años, Galileo Galilei apuntó por primera vez su telescopio hacia el cielo. El gesto abrió paso a una nueva era, pero le abocó también a la persecución por parte de la Iglesia. Cuatro siglos después, defender ideas científicas aún puede ser causa de juicio, aunque los inculpados no suelen ser tanto investigadores o académicos, sino quienes se encargan de acercar el conocimiento a la sociedad: profesores, periodistas y escritores. Sin embargo, la pregunta de fondo es la misma de siempre: ¿Tiene sentido que un tribunal dictamine sobre asuntos científicos?
El caso más sangrante es probablemente el del escritor británico Simon Singh. En abril del 2008, Singh expresó en el diario The Guardian sus dudas sobre los fundamentos científicos de la quiropráctica, una terapia alternativa que utiliza especialmente la manipulación de la espalda. La Asociación Quiropráctica Británica le demandó por difamación. «The Guardian les ofreció espacio para replicar a mi artículo, pero lo rechazaron», explica Singh. «Querían que me retractara, pero no puedo desmentir lo que creo que es verdad», insiste el divulgador. 

LEY DE DIFAMACIÓN / Si el proceso que empezará en febrero diera razón a la asociación, Singh se enfrentaría a pagar centenares de miles de euros. «La ley británica de difamación es un problema mundial», explica el escritor. Por ejemplo, la utilizó un empresario saudí para demandar a la escritora estadounidense Rachel Ehrenfeld, que le acusó en un libro de financiar el terrorismo; o una farmacéutica norteamericana para perseguir al cardiólogo Peter Wilmshurst, que había expresado dudas sobre la calidad de los datos presentados por la empresa. «Entidades de todo el mundo pueden acusar a autores de todo el mundo –explica Singh– solo con que aleguen que su reputación está en peligro en el Reino Unido».
Al otro lado del Atlántico, en Estados Unidos, Christina Castillo Comer es una de las víctimas del creacionismo. En 2007, esta profesora de instituto, ascendida al cargo de supervisora de la enseñanza de las ciencias en el estado de Tejas, recibió una invitación para una conferencia que analizaba críticamente el creacionismo. Enseguida la reenvió a unos cuantos compañeros y añadió las palabras «por si os interesa». Al cabo de una semana ya estaba despedida. «La justificación oficial era que había faltado a una reunión, pero me advirtieron de que no me atreviera a hablar con nadie del episodio del correo», explica Comer. La profesora decidió demandar a la junta educativa de Tejas. Tras perder el primer juicio porque el Estado «no necesitaba motivos para despedirla», según la ley de EEUU, ahora su caso está en manos de jueces federales. «Mientras tanto, en Tejas, solo el 5% más rico estudia evolución y se usa mi ejemplo para intimidar a los docentes», explica Comer.

FALSAS CURAS DEL SIDA / Los efectos de las ideas anticientíficas son especialmente graves en los países más pobres. «En África es relativamente común que médicos de dudosa preparación anuncien, especulando sobre la desesperación de los enfermos, el descubrimiento de curas para el sida», explica el periodista freelance nigeriano Alexander Abutu Augustine. En 2008, Abutu denunció esta práctica y en general el hecho de que se diera credibilidad a investigadores africanos que se niegan a publicar sus resultados en revistas científicas reconocidas. 
En su artículo, Abutu citaba el caso extremo de Ezekiel Izuogu, un inventor que declaraba haber fabricado una máquina que desmentía la ley de conservación de la energía. «A raíz de esta denuncia, la carrera política de Izuogu, entonces candidato a ministro, se vio bruscamente recortada», explica Abutu. Como reacción, el inventor lo demandó y la agencia de noticias donde trabajaba lo despidió. «Las terapias improbables siguen anunciándose y cada vez menos periodistas se atreven a denunciar», comenta Abutu. 
España no está exenta de casos parecidos. En el 2003, el periodista de El Correo Luis Alfonso Gámez se dedicó a desmontar en su blog las teorías presentadas en la serie televisiva Planeta encantado, del escritor Juan José Benítez. «Este programa, en el cual Televisión Española se gastó ocho millones de euros, afirmaba que el hombre pudo convivir con dinosaurios, que Jesús se sentó en el Coliseo y que el Apollo 11 encontró ruinas en la Luna», recuerda Gámez. Benítez demandó al periodista por 80.000 euros. El juez desestimó esta petición, pero sí le condenó a pagar 6.000 euros en concepto de daños morales. «Mi diario, que me apoyó en todo momento, decidió no apelar», explica Gámez. «Sin embargo –añade– el gran apoyo público que recibí confirma que acallar a los críticos con juicios no funciona».



3 comentarios:

meg dijo...

Pepe, la ciencia, la religión y el poder siempre se han llevado mal, Y en esta batalla permanente, la ciencia tendrá siempre las de perder, desgraciadamente. Buen artículo. Por eso te dejo 10 puntos en 5links. Feliz Año nuevo.

Anónimo dijo...

Son unos vídeos altamente interesantes, y muy bien explicados, en mi opinión.

La biografía de los grandes cerebros que ha tenido la humanidad, se enfoca de una forma realista, humana, y se presenta a los grandes cientificos de una manera sencilla y accesible para los demás ciudadanos.

Diamante de sangre dijo...

Hola amigo, como siempre ando tarde, jajaja, pero no quería dejar de felicitarte estas fiestas, sobre todo desearte un año próspero y lleno de éxitos para el 2010.
Un beso de tu amiga Monse