miércoles, 13 de enero de 2010

Noticias Ciencia y Naturaleza



En una estrecha franja de tierra se extiende el pulmón verde de África. La cuenca del Congo, la que es la segunda mayor extensión de bosque tropical del mundo tras la Amazonía, respira en silencio, en un silencio interrumpido por el ruido que hacen los dientes de las sierras al crujir la madera.


Siguiendo el curso que le da nombre, esta zona boscosa tiñe de verde Camerún, República Centroafricana, República del Congo (más conocida por su capital Brazzaville), Guinea Ecuatorial, República Democrática del Congo y Gabón. Tierras en las que los bosques, además de proporcionar caza, pesca y plantas medicinales a las poblaciones locales, producirán «unos nueve millones de metros cúbicos de madera tropical de media al año, y de las que saldrán 4,2 millones para exportar», explica Elie Hakizumwami, coordinador regional de la Red Global de Cooperación Forestal de WWF para África Central. «Europa –prosigue– importa el 45 por ciento de la madera tropical que sale de las profundidades de estos bosques. De hecho, sólo Francia, España, Portugal e Italia requieren el 35 por ciento de esa apreciada madera talada». Pero es China la que lidera el ránking, seguida por Francia y España.


Este solicitado bien resulta hoy esencial para la economía de estos países en los que la madera tiene un notable peso en la balanza de su comercio exterior. «República Centroafricana, por ejemplo, tiene un comercio exterior enormemente basado en la madera (52 por ciento), diamantes (37 por ciento) y otras materias (9 por ciento). Sólo España le importa madera por un valor medio de 8 millones de euros, léase el 10 por ciento de sus exportaciones», detalla Félix Romero Cañizares, responsable del programa de Bosques de WWF.




Amenazas


Y, aunque para España el coste de esta compra «no es significativo, sí lo es, en cambio, y mucho, para un país así de pobre. De hecho, en 2006 España fue el tercer cliente de este país después de Bélgica y Francia», añade Romero.
Ahora bien, si por un lado la demanda de madera es considerada vital para la economía de estas naciones, lo cierto es que su extracción de forma ilegal pone en riesgo las economías locales, y por ende, sus poblaciones, que ven cómo la demanda mundial de madera va mermando y degradando su bosque, su hogar y el refugio de unas 400 especies de mamíferos, como elefantes y gorilas, y más de mil especies de aves. Porque aproximadamente «el 50 por ciento de la madera extraída de la cuenca del Congo es talada de forma ilegal. Los países aquí son permisivos, las leyes no se aplican», denuncia Hakizumwami.


Aunque también se está haciendo un enorme esfuerzo para tratar de hacer mejor las cosas en el continente africano. Y de hecho se está consiguiendo. En mayo de 2009 la Unión Europea firmó un acuerdo con la República del Congo (Brazzaville, no la Democrática que es mayor en superficie) por el cual sólo importará madera con licencia que demuestre que ésta ha sido talada legalmente.




Un plus de sostenibilidad


Pero una forma sencilla de asegurar que la madera se ha extraído legalmente es si ésta cuenta con el certificado ambiental FSC. «Cuando en 2006 –tal y como relata Romero– celebramos en Madrid un seminario al respecto sólo se había certificado (un mes antes) 40.000 hectáreas en Camerún y, a fecha de hoy, hay más de 4,6 millones de hectáreas con sello FSC, el certificado PEFC no actúa en estos países, de momento».


En concreto, la cuenca del Congo se extiende en la actualidad sobre «180.450.999 hectáreas. De ellas, 107 millones son de producción forestal y 42.701.994 hectáreas de bosque ya han recibido concesión para ser taladas, de las cuales 4.660. 244 cuentan con el certificado forestal FSC», precisa Elie Hakizumwami. Es decir, todo un logro, aunque aún queda un largo camino por recorrer para alcanzar un desarrollo sostenible en el pulmón verde de África, y «FSC es una posibilidad para ello», asegura Hakizumwami. Pero, ¿por qué es tan importante que la madera tropical importada sea certificada? Porque entre otras cosas obliga a las empresas madereras a trabajar dentro del marco legal, incrementa el salario medio de la gente y crea, por tanto, estabilidad.


Dicho de otro modo, porque además de avalar que la madera comprada procede de tala legal, supone un valor añadido ambientalmente. Así, en los bosques tropicales este certificado forestal exige que las explotaciones se realicen de forma sostenible, garantizando, por ejemplo, que no se talen determinadas especies de árboles frutales o controlando el furtivismo, lo que redunda, según WWF, en beneficio de los grandes simios, que tanto sufren la pérdida de su hábitat. Y es que son precisamente los cazafurtivos y la deforestación por la extensión de la agricultura (que no por los biocombustibles) las dos principales amenazas que sufre el que es al menos hoy el segundo pulmón verde del planeta. Porque, de hecho, el ruido de las sierras es mayor en otros bosques tropicales.




Un paso más


Otras empresas han querido ir más allá. Por comprar una concesión de tierra en la cuenca del Congo se paga al Gobierno, por cada corta de madera (volumen) se paga al Gobierno, por exportar la madera se paga al Gobierno. De todo ese dinero el Gobierno, como explica Hakizumwami, «tiene que devolver un 10 por ciento a la comunidad. Pero tal y como se viene repitiendo en el tiempo la ayuda no llega». Es por eso que algunas compañías con sello FSC (algunas que no todas) «están dando parte de los beneficios de la explotación a la comunidad al invertir en ella creando empleo, construyendo escuelas, un puesto sanitario, etcétera», relata.


Algo importante, y que permite reportar así parte del peso de la huella ambiental de las importaciones. Pues, como explica Romero, «sólo para abastecer anualmente de madera tropical africana al mercado español necesitamos que se intervenga de forma sostenible todos los años una superficie equivalente a unas 130.000 hectáreas, es decir que necesitamos una concesión forestal de unos cuatro millones de hectáreas a 30 años solamente para abastecer el mercado español a futuro al mismo nivel que en los últimos años. Una superficie equivalente a tres veces la de la Comunidad de Madrid».




Más demanda que oferta
Pero lo cierto es que, aunque se desconoce cuánta madera importada desde la Cuenca del Congo cuenta con el aval FSC, hay poca oferta y mucha demanda de madera tropical certificada, lo que en época de crisis está favoreciendo a los que optan por esta diferenciación, ya que empresas con sello FSC están manteniéndose en el mercado a pesar de la crisis (no sin dificultades), mientras que otras no certificadas han paralizado las explotaciones o se lo están planteando ya», asegura Romero. El mercado de la oferta y la demanda manda y al menos hoy beneficia a los que apuestan por ese plus social y ambiental.
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