miércoles, 13 de enero de 2010

Noticias Ciencia y Naturaleza


La soja se ha convertido en los últimos años en uno de los cultivos mayoritarios a escala mundial debido a su gran contenido en proteínas y aceites usados para la alimentación humana, la producción de piensos para los animales y, más recientemente, para fabricar biocombustibles. Ahora, la publicación, en el número de hoy de la revista Nature, de la secuencia genética completa de esta leguminosa abre nuevas puertas para la mejora de las diferentes variedades utilizadas para unos y otros usos.


«Esta investigación acelerará el desarrollo de los biocombustibles, particularmente del biodiésel», asegura Scott Jackson, el autor principal del trabajo perteneciente a la universidad estadounidese de Purdue (EEUU).


«Con esta información en nuestras manos podemos encontrar los genes que contribuyen a producir más aceites y mejores biocombustibles». Además, el conocimiento del genoma de la soja permitirá, por ejemplo, reducir los residuos generados por las industrias porcinas y avícolas o crear variedades resistentes a enfermedades devastadoras, como la roya asiática de la soja, que genera pérdidas en algunos países de hasta el 80% de los cultivos.


Los resultados de la investigación muestran que el ADN de esta planta contiene en sus 20 cromosomas alrededor de 46.000 genes, más del doble que el ser humano y varios miles más que el genoma del trigo, uno de los más complejos que se han descifrado hasta la fecha. Sin embargo, no se trata de una secuencia muy larga. Tiene algo más de 1.100 millones de nucleótidos (las unidades básicas del ADN), lo que supone menos de la mitad que el trigo y una tercera parte del humano.


La soja, a pesar de las propiedades nutricionales y de los múltiples usos que tiene para la industria, no goza de buena prensa en algunas partes del mundo. En Brasil, por ejemplo, es uno de los cultivos señalados por los ecologistas como causantes de la deforestación de la Amazonía. Según Greenpeace, la creciente demanda de carne impulsa el crecimiento de la superficie agrícola y, por tanto, el avance de las tierras de cultivo hacia el interior de los bosques primarios.


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