jueves, 11 de febrero de 2010

noticias y articulos ciencia y naturaleza, el hombre y su sabiduria neutra.

Colisión cometaria
EN JULIO de 1994, la colisión de unos veinte fragmentos del cometa Shoemaker-Levy 9 con el planeta Júpiter cautivó durante una semana la atención de los astrónomos de todo el mundo. Los observadores del cometa quedaron maravillados, pues el fenómeno se convirtió, según palabras de un astrónomo, en “el espectáculo celeste del siglo”. ¿Por qué superó este evento todas las expectativas?




En primer lugar, los fragmentos cometarios, que viajaban a 200.000 kilómetros por hora, causaron explosiones de una magnitud que solo los pronósticos más aventurados habían anunciado. Al adentrarse en la atmósfera de Júpiter, los fragmentos generaron destellos de apenas unos segundos de duración. Luego, los gases sobrecalentados salieron disparados de la atmósfera y formaron inmensas bolas de fuego, las mayores de las cuales, al momento de explotar, sobrepasaron la temperatura de la superficie del Sol. Durante los siguientes diez a veinte minutos ascendió un gran penacho que alcanzó una altura de 3.200 kilómetros.

Además, las condiciones que en un principio se creyó que serían poco propicias para la visibilidad resultaron casi idóneas. Dado que los impactos ocurrieron en la cara oculta de Júpiter, los brillantes destellos y los penachos se detectaron más fácilmente. En algunos casos se vio la cúspide de los penachos elevándose por encima del horizonte de Júpiter, y diez minutos después del choque, la rotación del planeta hizo posible ver directamente desde la Tierra las zonas impactadas. Otros diez minutos más tarde, dichas zonas entraron en el campo de la luz solar. Para entonces los penachos ya se habían desvanecido, y en su lugar quedaban gigantescas manchas oscuras. Estas manchas, la mayor de las cuales doblaba el tamaño de la Tierra, no figuraban en los pronósticos de los astrónomos; sin embargo, fueron los rasgos más visibles del fenómeno.

La sonda espacial Galileo suministró imágenes directas de los choques. El telescopio espacial Hubble, en órbita de la Tierra, observó los impactos en las longitudes de onda de la luz visible y ultravioleta. Otros observatorios midieron los efectos de los choques en diversas longitudes de onda elegidas específicamente a fin de recabar datos valiosos. El sol nunca salió en el polo Sur, lo que facilitó la observación ininterrumpida desde el Telescopio Explorador de Infrarrojos del polo Sur.









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Un instrumento maravilloso

Hay casi un kilo y medio de sustancia gris en nuestra cabeza y contiene unos diez mil millones de células nerviosas llamadas neuronas... ¡una cantidad que es dos veces y media mayor que la población actual de la Tierra! Varios grupos de neuronas controlan diferentes tareas corporales. Cuando movemos los brazos, manos, piernas o pies, por ejemplo, la orden proviene del “grupo motor” de neuronas. Otros grupos de neuronas controlan la vista, el habla, el razonamiento y así por el estilo. El modo en que funciona es maravilloso.


Cada neurona opera por medio de disparar una diminuta carga eléctrica a otra neurona preseleccionada, la cual, a su vez, envía su propio impulso a otras. Esto se puede comparar a usar su teléfono para escoger otro teléfono entre los muchos millones y rápidamente hacer la conexión a través de muchas líneas y relevadores. Pero las neuronas no hacen conexiones entre millones, sino entre miles de millones de otras neuronas, y lo hacen casi instantáneamente. ¡Un cálculo pone la actividad diaria de un cerebro a más de cien veces el total de todas las conexiones hechas por todas las centrales telefónicas del mundo en conjunto!

Las células del cerebro obviamente realizan mucho trabajo, y eso requiere combustible. De hecho, aunque nuestro cerebro se compone de solo aproximadamente 2 por ciento de nuestro peso, consume alrededor del 25 por ciento de todo el oxígeno que usa nuestro cuerpo —más que ninguna otra parte— y lo consume hasta al descansar. Para suministrar todo este oxígeno y otros nutrimentos, aproximadamente el 20 por ciento de toda la sangre que bombea nuestro corazón fluye a través de nuestro cerebro... ¡unos 1.420 litros cada día!

Pero aunque sabemos que grandes cantidades de energía se consumen para mantener en funcionamiento nuestra mente, todavía no se sabe exactamente cómo funciona el cerebro. Nadie sabe qué hace que estos miles de millones de neuronas produzcan pensamientos, emociones o sueños. Un especialista del cerebro comentó recientemente en la televisión inglesa que actualmente sabemos mucho de la Luna... los hombres hasta han estado allá y han regresado. Pero hubo un tiempo en que se pensaba que era una luz que brillaba a través de un agujero en el cielo. Eso, dijo, es aproximadamente el nivel actual de nuestro conocimiento del cerebro y su funcionamiento.

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¿Adónde nos lleva la tecnología? El periódico The Globe and Mail, de Toronto, Canadá, informó el 22 de enero de 1987 lo siguiente, tomado de un discurso por Ivan L. Head, presidente del Centro Internacional de Investigaciones para el Desarrollo:
“Un cálculo confiable es que, de cada cuatro científicos y tecnólogos del mundo que participan en investigación y desarrollo, uno trabaja en armas. [...] A la proporción de 1986, el gasto pasa de millón y medio de dólares por minuto. [...] ¿Disfrutamos todos de mayor seguridad como resultado de este énfasis a lo tecnológico? Los arsenales nucleares de las superpotencias contienen la fuerza explosiva de toda la munición empleada por todos los combatientes durante toda la Segunda Guerra Mundial... multiplicada por 6.000. Seis mil Segundas Guerras Mundiales. Desde 1945 el mundo ha estado libre de actividad militar por menos de siete semanas. Ha habido más de 150 guerras internacionales o civiles, que, según se calcula, han segado la cantidad de 19.300.000 vidas, la mayoría como resultado del uso eficaz de nuevas tecnologías que han surgido en esta era de la Organización de las Naciones Unidas”.


Para el año 2005, la actividad militar había acabado con la vida de más de 20.000.000 de personas. El cuadro no es completamente prometedor. “Aunque la introducción masiva de la tecnología en la sociedad durante las últimas décadas ha producido enormes beneficios —escribió Colin Norman, investigador del Instituto Worldwatch—, hay creciente evidencia de que algunos desenvolvimientos tecnológicos pueden agravar, en vez de resolver, muchos apremiantes problemas sociales y ambientales.”Considere, en primer lugar, el efecto que la tecnología ha tenido en el ambiente. Después de calificar de “crisis silenciosa”, el ex secretario del Interior Stewart Udall describió la situación en los Estados Unidos así:

“Esta nación está a la cabeza del mundo en cuanto a riquezas y poder, pero también está a la cabeza en cuanto a la degeneración del hábitat humano. Tenemos la mayor cantidad de automóviles y los peores depósitos de chatarra. Somos las personas más ambulantes de la Tierra y aguantamos la peor congestión. Producimos la mayor cantidad de energía y tenemos el aire más viciado. De nuestras fábricas salen a raudales más productos, y nuestros ríos transportan las cantidades más grandes de contaminación. Tenemos la mayor cantidad de bienes para la venta y los letreros más desagradables para anunciar el valor de ellos”.

Así que algunos funcionarios y el público están comenzando a notar el gran precio que estamos pagando por el rápido desarrollo tecnológico que respaldamos de muy buena gana. No obstante, si los gobiernos quisieran, podrían evitar daños adicionales al ambiente simplemente por medio de tomar medidas contra los medios contaminadores. Pero las industrias y los negocios proveen empleo a la gente, prosperidad a las comunidades, e ingresos a los gobiernos. Esto es especialmente así en las naciones en vías de desarrollo. Por eso se afirma que los beneficios materiales que la tecnología ha creado valen más que el precio que ha de pagarse en términos de aire, agua y tierra limpios.

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LAS ABEJAS QUE BAILAN Y VOTAN

Tal vez usted haya oído acerca de las hazañas instintivas que ejecutan las abejas melíferas. A menudo estas criaturitas desempeñan muchas diferentes tareas durante su corta vida, pues empiezan por servir de enfermeras a la reina y a las larvas, entonces ascienden a ser constructoras de panales, guardias de la colmena y conserjes. Pero las abejas maduras son las que reciben la asignación arriesgada de ir en busca del néctar y de otras sustancias que se necesitan, y las aptitudes instintivas de éstas son lo que inspira el mayor grado de admiración.
Cuando una abeja que ha salido en busca de néctar halla una nueva fuente de esta sustancia, regresa a la colmena para compartir las buenas noticias con las demás abejas. Comparte la información mediante un baile. La velocidad del baile y el patrón de éste (sea en forma de círculo o de número ocho), y también la cantidad de movimiento del abdomen de la abeja mientras baila, informan a las demás abejas a qué distancia está la fuente del néctar. El baile también indica en qué dirección se encuentra el néctar con relación al Sol. “El lenguaje de las abejas parece increíble,” admite el libro “The Insects,” “no obstante, ha sido confirmado por un sinnúmero de experimentos.”
Cuando la colmena llega a estar atestada, algunas de las abejas siguen a la vieja reina a un nuevo hogar. ¿Cómo saben a dónde ir? Abejas exploradoras del nuevo enjambre vuelan en toda dirección. Pero ahora no están buscando flores. Están buscando huecos en los árboles, grietas en las paredes... sitios donde puedan establecer un nuevo hogar. Al regresar, las exploradoras bailan para indicar dónde están estos nuevos sitios, de manera muy parecida a como bailan para indicar dónde hay una flor. Las exploradoras que han hallado buenos sitios bailan muy entusiásticamente, a veces hasta por horas, y su enérgico baile estimula a muchas otras abejas que salen a echar un vistazo. Las exploradoras que han hallado sitios menos deseables no bailan por tanto tiempo ni con el mismo entusiasmo, y menos abejas se sienten estimuladas a investigar.


Gradualmente las abejas reducen la selección a unos cuantos lugares, y, finalmente, a uno solo, a medida que un número creciente de abejas da su apoyo al mejor sitio a consecuencia de los bailes entusiásticos de abejas que han vuelto de éste después de comprobar su idoneidad. En realidad, el enjambre de abejas está considerando varios lugares en perspectiva y votando por el que más les gusta. ¡Puede que todo el proceso tome cinco días, después de lo cual, ya que reina acuerdo unánime, el enjambre vuela a su nuevo hogar!



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 En un prólogo para el libro de John Reader Missing Links (Eslabones perdidos), David Pilbeam muestra que los científicos no siempre fundan sus conclusiones en hechos reales. Pilbeam dice que una razón para esto es que los científicos “también son gente, y porque hay mucho en juego, pues hay premios resplandecientes en forma de fama y publicidad”. El libro reconoce que la evolución es “una ciencia activada por ambiciones individuales y, por eso, expuesta a la influencia de creencias preconcebidas”. Como ejemplo de esto señala lo siguiente: “Cuando lo preconcebido es [...] tan entusiásticamente aceptado y por tanto tiempo acogido como en el caso del Hombre de Piltdown, la ciencia revela una perturbadora predisposición hacia creer antes de investigar”. Ese autor añade: “No hay menos probabilidad de que los [evolucionistas] modernos se apeguen a información errónea que apoye sus preconcepciones que investigadores anteriores [...] [que] pusieron a un lado el juicio objetivo y favorecieron las nociones que deseaban creer”7. Por eso, por haberse comprometido ya a sostener la evolución, y por un deseo de dar adelanto a sus carreras, algunos científicos no quieren admitir la posibilidad de que haya equivocación. En vez de eso, procuran justificar ideas preconcebidas más bien que reconocer hechos que posiblemente les resultaran perjudiciales.















 En su prólogo a la edición centenaria de la obra de Darwin El origen de las especies, W. R. Thompson señaló a esta actitud no científica y se lamentó por ella. Thompson dijo: “Si los argumentos no pueden resistir con éxito el análisis, no se debe dar asentimiento, y una conversión general que se deba a un argumento mal fundado debe considerarse como deplorable”. Dijo: “Los hechos y las interpretaciones en que confió Darwin han cesado de ser convincentes ahora. Las investigaciones que por mucho tiempo han continuado con relación a la herencia y la variación han socavado la posición darviniana”8.
 Thompson también dijo: “Un efecto de larga duración, y lamentable, del éxito del Origen fue la adicción de los biólogos al razonamiento superficial que no puede ser verificado. [...] El éxito del darvinismo fue acompañado por una decadencia en la integridad científica”. Llegó a esta conclusión: “Esta situación, de hombres de ciencia que acuden en defensa de una doctrina que no pueden definir científicamente, y mucho menos demostrar con rigor científico, en un esfuerzo por mantener la honra de ésta ante el público mediante suprimir la crítica y echar a un lado las dificultades, es anormal e indeseable en la ciencia”9.
 De modo similar, Anthony Ostric, profesor de antropología, criticó a sus colegas científicos por declarar “como hecho” que el hombre ha descendido de criaturas simiescas. Dijo que “a lo más es solo una hipótesis, y, además, una que no tiene buen apoyo”. Señaló que “no hay prueba de que el hombre no haya permanecido esencialmente igual desde la primera indicación de su aparecimiento”. Este antropólogo dijo que la mayoría, por mucho, de los profesionales se han alineado con los que promueven la evolución “por temor de que no se les declare doctos de forma o de que se les rechace de los círculos académicos distinguidos”10. A este respecto, Hoyle y Wickramasinghe también comentan: “O uno cree tales conceptos, o inevitablemente se le tilda de hereje”11. Un resultado de esto ha sido que muchos científicos se han mostrado maldispuestos a investigar sin prejuicio el punto de vista de que ha habido creación. Como se declaró en una carta al redactor de la publicación Hospital Practice: “La ciencia siempre se ha enorgullecido de su objetividad, pero temo que aumentan los casos en que nosotros los científicos estamos llegando a ser, rápidamente, víctimas del pensamiento estrecho y manchado por el prejuicio que por tanto tiempo hemos odiado”.

ESCRITO POR GENESISTRES: 
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1 comentario:

ANRAFERA dijo...

Estupenda entrada. De lo mas interesante. Saludos.